El ser humano como una totalidad
El ser humano es un ser integral que se desenvuelve dentro de un ambiente; en él
Influye un sinnúmero de características biológicas, psicológicas, sociales y espirituales.
Está dotado de conciencia, inteligencia, voluntad, intencionalidad, afectividad y Creatividad, en síntesis, de una personalidad, que obedece a su ubicación temporal
(Momento histórico) y espacial (lugar donde habita).
El individuo, como se ha mencionado, es una totalidad imposible de separar en sus dimensiones, ya que no es fácil establecer cuánto influye una sobre las otras cuánto depende la una de las otras frente al proceso salud-enfermedad. Para efectos didácticos se hace necesario separar al ser humano, de manera que podamos navegar por las dimensiones que lo constituyen, para conseguir aprehender y comprender mejor la complejidad de su atención integral en salud en aras de mejorar su calidad de vida.
El trabajador de la salud deberá tener siempre presente que el individuo es un ser integral y el ente principal de atención en salud. Para lograr entender al individuo como un todo se requiere, además del trabajo interdisciplinario y multi-profesional, reflexionar sobre los elementos básicos de la condición humana. Lo citado debe constituirse en una constante función del profesional de salud, y más si desea mejorar la calidad del sistema de salud.
El ser humano, podemos ver cómo éste participa en una serie de procesos sociales que lo influencian; es parte de un contexto variable, entre otros, el de tipo familiar, donde requiere una estimulación afectiva e intelectiva para el desarrollo cognitivo-afectivo; el de tipo poblacional inmerso en una dinámica socio-demográfica que implica un crecimiento poblacional que se manifiesta tanto a nivel global como regional no acorde con el crecimiento económico. El mismo está influido por múltiples eventos: localización geográfica, el índice de concentración poblacional, la densidad poblacional, flujo de desplazados, la escolaridad, el estado de la vivienda y de los ingresos; el de tipo ambiental y socioeconómico: las relaciones ecológicas, la influencia de poder, la política económica, el grado de pobreza, la redistribución de los ingresos, el desempleo, el deterioro de las empresas, la falta de políticas gubernamentales para el impulso del desarrollo, incremento de viviendas sin condiciones ambientales, el efecto de las externalidades, carencia de servicios públicos y pobre participación comunitaria, gestión y control comunitario y relaciones comunicativas poco afectivas.
El individuo como una totalidad también se relaciona con la cultura; cualquiera que sea el concepto que se utilice, éste va a estar influenciado por ella. Este hecho determina el significado del proceso salud-enfermedad, ya que cuando hablamos de él en los países occidentales, su significado probablemente es diferente del que se tiene en los países orientales. Aun dentro de un mismo país estas diferencias son marcadas; así tenemos comunidades para los cuales el centro de salud y/o el hospital es sinónimo de enfermedad, y no visualizan la importancia de los programas de promoción y de prevención que en ellos se brindan. De igual forma influye en él la adopción de valores, conocimientos, creencias y actitudes. Estas últimas son una parte de los elementos que influyen en el diario vivir de las personas como en los conceptos de salud. Las creencias suelen ser el resultado de los conocimientos e informaciones que van pasando de generación en generación, habitualmente con muy pocas modificaciones y con gran tendencia a perpetuarse en las nuevas generaciones.
Podemos mencionar el caso de los desplazados; la forma de afrontar sus problemas va a depender de su capacidad de adaptación. Todos estos aspectos se tienen en cuenta al momento de interactuar con el ser humano, para poder dinamizar las variables que influyen en él, puesto que si la tendencia de sus creencias persiste y en esa dirección siempre se piensa y actúa con relación a la salud, y no se utilizan las propias experiencias y cambios que ocurren en la sociedad y el ambiente, se estarán limitando las posibilidades de actualizar las mismas experiencias y eventualmente modificar situaciones indeseables que afectan la salud.
El estudio integral del ser humano implica conocer no sólo el enfoque biológico de la persona sino el psicosocial. Es por ello que hemos venido insistiendo en el desglosamiento de las variables que podrían ser considerados en el momento de atención, elementos fundamentales en su nuevo rol en el universo y en los recién conformados sistemas ambientales. Es preciso mencionar nuevamente que sólo en la interacción armónica de esas dimensiones podemos considerar al ser humano en una dimensión plenamente integral.
El profesional de la salud debe propender por el respeto de estas necesidades, y contribuir de esa manera a aminorar los riesgos psicosociales, pues atentan contra la integridad moral, que suele ser tan importante como la física.
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